Mis equipos e instrumentos son bastante más humildes que los de mi colega bajista, pero para mí fueron de gran intensidad.
Mi primer guitarra fue, y lo sigue siendo, una clásica de medio concierto marca “El Cid” que actualmente cuenta con unos 38 años de edad. Le siguió una guitarra eléctrica (¡qué forma horrible de clasificarlas!) marca KUC. Nunca más vi una guitarra de esa marca. Era argentina, con un diseño modelo Hagstrom, color blanca con mango negro y pastillas pasivas. Esta guitarra traía una innovación que para la época era revolucionaria. Venía con distorsionador incorporado. Era una plaqueta alimentada con una batería de 9V y que se activaba con un conector deslizable y que producía lo que un Overdrive o Turbo Distrotion. Para ser francos, era horrible y la despojé de ese adminículo no bien pude. Además, era un presupuesto en baterías.
El primer amplificador que tuve fue un Rey Ton valvular de 50 Watts, cabezal y caja separadas. El bafle tenía cuarto parlantes Audifiel de domo metálico. Sonaba como los dioses, pero los parlantes eran delicados y solían destruirse con facilidad, pero la salida Push Pull de las dos 6L6 con adaptador de impedancia eran indestructibles (algo que entienden los que andan con la electrónica). Ese mismo equipo lo usé para sonorización cuando fui DJ (lo que contaré algún día).
Además de la KUC, vino la guitarra que le daba el nombre al modelo, una Hagstrom III original que le compré a un amigo. Una guitarra sueca que tenía una historia que nunca pude comprobar pero todo hace pensar que es verídica. Se dice que perteneció a Roque Narvaja, y que es la que aparece en El extraño de pelo largo, pero quizás no sea más que un mito urbano.
Luego de la Hagstrom, vino mi casamiento con la Fender Stratocaster. Una guitarra que siempre miraba con la ñata frente al vidrio de las negocios de instrumentos pero que nuca pude tener, hasta que por fin un día, víspera de uno de mis cumpleaños, mi amigo José me dice que me quería regalar el 50% de esa guitarra. Rompí mi chanchito y juntos fuimos a comprarla. Fue el primer mejor regalo de cumpleaños que tuve en años, el segundo me lo reservo. Con la Fender tuve mis mayores satisfacciones musicales y aún hoy escucho grabaciones de otros años con esa guitarra y no puedo creer el sonido que le sacaba.
Por último, llegó una emulación respetuosa de una Fender Stratocaster. Se llama Samick modelo Stratocaster. Es una guitarra muy noble, con la que estoy tocando actualmente junto con un pequeño amplificador Samick LA15R de 15 watts con salida standard para amplificar. Lo uso a veces con una caja potenciada con una placa RCA de 100 watts, transitorizada y un parlante Selenium de 12 pulgadas.
Del amplificador Rey Ton no queda nada ya, excepto la caja, pero las guitarras me acompañan todas. Duermen al lado de mi cama aún y espero que lo hagan por siempre.